lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Conoces al entrenador de tu hijo?. Buscando un buen educador.

A quién nos gusta esto, cuando tenemos nuestro tiempo libre también le dedicamos nuestro ratito para actualizarnos, formarnos, profundizar... Me he encontrado este artículo en una web muy buena (fiebrefutbol.es) y quiero compartirla con todos vosotros, quizás leyendo artículos de este tipo podamos conseguir que la AD Mancha Real crezca día a día y temporada tras temporada, recordamos que cada uno puede aportar ideas que a algunos/as ni se les ocurre.

A continuación algunos fragmentos del artículo. (Derechos cogidos de fiebrefutbol.es y de su autor: Pedro Meseguer Díez).

¿Conoces al entrenador de tu hijo?. Buscando un buen educador.


La mayoría de los padres, desea que sus hijos encuentren y se inicien en el deporte, se aficionen a él, disfruten el placer que supone su práctica. Porque saben que el ejercicio les ayuda a ser más fuertes, a mantener un peso adecuado, a mejorar la capacidad respiratoria, a crear un estilo de vida saludable y, en muchas ocasiones, a compartir desde la infancia una de sus aficiones que más repercutirán en su salud física y mental. El fútbol puede proporcionar todo eso, pero si está bien dirigido. El entrenamiento mal dirigido por un entrenador y con una implicación inadecuada por parte de los padres, puede ocasionar perjuicios en el joven deportista. Si comprendemos el fútbol como tal, entenderemos que su práctica en las edades de formación debe concebirse como la búsqueda de diversión, entretenimiento y juego. Si un niño considera que una actividad no es placentera elegirá abandonarla.


Todos los practicantes hemos tenido entrenadores que no nos han gustado, algunos no nos acordamos siquiera de ellos, sin embargo otros han sido especiales. Incluso, en alguna ocasión, hemos podido llegar a tener ese entrenador único, el que todo padre desea para su hijo, que aparte de enseñarnos a jugar al fútbol nos enseña lo mejor del deporte, lo mejor de la vida; con pequeños consejos nos guía y orienta, siendo un ejemplo de deportividad, comprensión, valor y educación… Este tipo de entrenadores nunca lo olvidamos.


LAS CUALIDADES ADECUADAS.


Busca un buen entrenador, ya que es muy importante que quienes estén a cargo de la actividad deportiva de tus hijos sean personas capacitadas y más si se trata de niños pequeños que apenas están iniciando una actividad deportiva, ya que por un mal entrenador o entrenamiento el niño puede comenzar a odiar la actividad deportiva y por lo tanto tu hijo dejará de hacerla con gusto. Una de las mayores crueldades del mundo del fútbol base es que los padres acepten que es adecuado que un desconocido pueda entrenar, educar, evaluar o decidir sobre el futuro deportivo de sus hijos. ¿Sabemos si ese desconocido cursó determinados estudios o tiene experiencia para ocupar ese cargo? El papel de los profesionales, entrenadores y educadores es vital, porque el niño adora la actividad donde encuentra un entrenador al que admira.


En la iniciación deportiva hay excelentes técnicos y algunos que no lo son tanto, al igual que en cualquier otro ámbito de la sociedad, los hay buenos y malos. Pero, ¿qué debemos exigirle a un técnico y entidad deportiva? Las cualidades que podemos buscar son: experiencia, formación, disciplina y prestigio. Debiendo estar informados sobre diferentes aspectos formativos del entrenador de nuestro hijo: ¿Por qué le interesa trabajar con niños?¿Dónde ha trabajado? ¿Cuál es su modelo educativo-deportivo? ¿Que le va a ofrecer al niño para favorecer su desarrollo físico? ¿Cómo enfoca la enseñanza del uso del fútbol? ¿Cómo afronta la competición?.


EL REFLEJO.


He sido futbolista escolar, federado y amateur. He sido entrenador de deportistas escolares, federados y profesionales. He visto, sufrido y trabajado junto a “falsos entrenadores”, y he visto y trabajado con “educadores y verdaderos entrenadores”. Siempre me he guiado y después he aconsejado, a mis compañeros entrenadores, que no debemos ser protagonistas, solo formadores y educadores, y que el exceso de protagonismo manifiesta que los objetivos no son los adecuados.


El entrenador es el máximo responsable deportivo de un equipo y su papel, entre otras cosas, consiste en tomar decisiones y velar para que el funcionamiento del equipo marche correctamente. Debe intentar sacar el máximo rendimiento a cada uno de los jugadores en los entrenamientos y en los partidos, es la pieza clave en su formación. Y para ello, debe estar muy bien preparado. Se dice que un niño es fiel reflejo de sus padres. Pues hay un momento en que también es reflejo de su entrenador, hasta tal punto que a veces, incluso su opinión es más tenida en cuenta por el niño, que la de los padres. No debemos permitir actitudes comúnmente erróneas de muchos clubes donde al entrenador menos preparado se le encomienda la labor de dirigir a los jugadores más pequeños, cuando estos niños lo que necesitan es un entrenador experimentado, que sepa trasladar las nociones básicas en su educación deportiva. No permitamos que nuestro hijo esté en manos de cualquiera.


CON LA EXPERIENCIA NO ES SUFICIENTE.


En muchas ocasiones se valora la experiencia de una determinada persona a la hora de valorar su capacidad para poder o no entrenar. Si esta persona ha sido jugador profesional, esa experiencia no se discutirá, el haber participado en diversas competiciones a lo largo de su trayectoria, el tener un historial a sus espaldas bastante amplio, nos hará pensar, erróneamente, en él como principal responsable del grupo. Esta experiencia, mal empleada, es una mala experiencia. Un trabajo erróneo, repetido muchas veces, es una experiencia errónea. Si cuando formamos a niños repetimos siempre los mismos errores, ese niño tendrá una experiencia negativa. Por lo tanto, debemos evaluar las aptitudes de cada entrenador de manera individual, más allá de su experiencia deportiva. Una trayectoria de muchos años de experiencia puede ser una carga muy pesada si no se formó con con el tiempo y sigue realizando las mismas actuaciones de tiempos pasados. Es por esto que, desde el punto de vista de un club, se debería meditar muy bien a quién elegir tanto para guiar la actividad puramente deportiva o técnica del mismo, como para dirigir cada uno de los grupos de chicos. Deben ser las familias las primeras que exijan, a clubes y escuelas de fútbol, una formación adecuada de sus técnicos, más allá de su experiencia. Siguiendo los padres estas pautas, será más fácil sacar la mejor versión humana y deportiva de nuestros hijos y sus formadores.


EL ENTRENADOR QUE DESEAMOS.


En la enseñanza del fútbol debe predominar, primero, el concepto de juego y diversión nunca el competitivo que, esté en contra de formar jugadores habilidosos de pensamiento, juego y táctica. Así, cada jugador logrará lo que cada entrenador enseñe, tanto como deportista como persona. Siguiendo esta lógica: ¿Debemos preocuparnos las familias de la formación que tiene el entrenador de nuestro hijo? O simplemente: ¿Quién lo entrena? ¿Es un buen entrenador? ¿Tiene la preparación suficiente para hacerlo?”


Es cierto que hay entrenadores que no son objetivos, que no están preparados, que no tienen los objetivos claros. Esto no lo podemos evitar, pero lo que si puedes hacer es elegir bien la entidad para no encontrarte con estos problemas. Si estás allí es porque tu lo has decidido así y no hay motivo para quejarse luego. La culpa es en parte tuya por no haber tomado una decisión adecuada.


El entrenador que anhelo para mi hijo, el que me gustaría que lo entrenara, es aquel que le trasmitiera una ilusión firme y sólida en el deporte. Que hiciera todo aquello que supiera, que lo tratara de la mejor manera posible, que rebuscara en su interior para hacerlo mejor persona, mejor deportista. Ese entrenador que lo enseñara a aprender por si mismo, a perder, a ganar, que le enseñara a creer en él, a escuchar, a sonreír y ser feliz practicando el fútbol, para que su vida deportiva sea diversión y salud, que lo trate bien pero no lo mime, que lo haga fuerte, que le inculque valor y coraje pero también paciencia y constancia, ese es el entrenador que deseo.



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